AGUA IMPRESCINDIBLE PARA NUESTRO OLIVAR .-
Una cita anónima reza: “Hay tres cosas en la vida que no vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida”
La promoción para regadío de olivar que conjuntamente está realizando el Ayuntamiento y la Denominación de Origen Protegida Priego de Córdoba, con parte del caudal de la Estación Depuradora de Aguas Residuales de la localidad, considero, a pesar de la sequía que volvemos a padecer, que no solo no está teniendo la acogida esperada, sino que sin que ninguno de sus detractores ofrezca alternativa alguna a este proyecto, las opiniones gratuitas, las afirmaciones faltas de argumento, e incluso las falacias que continúan promulgando en su contra, cabe la posibilidad de que puedan impedir su viabilidad, a pesar de que nuestro olivar cumple tanto o más que el resto, todos los requisitos exigidos por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para obtener la concesión.
Admito y comparto que la experiencia de nuestros mayores es un valor que siempre ha de ser respetado y considerado. Pero de ahí a otorgarle la consideración de infalible, existe una distancia con la que también siempre discreparé, fundamentalmente porque nada en este mundo es perfecto, absolutamente nada. Consecuentemente, asumiendo lo que ello pueda comportarme y con el único propósito de hacer público un criterio totalmente opuesto al más extendido, detallo las siguientes consideraciones personales:
Mi agradecimiento a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, así como al Ayuntamiento y a la Denominación de Origen Protegida de Priego de Córdoba, por la extraordinaria oportunidad ofertada a los propietarios o arrendatarios de un total de setecientas cincuenta hectáreas de olivar ubicadas en Azores, El Cañuelo, El Esparragal, El Tarajal, Genilla, Zagrilla, Zamoranos y en una parte del término municipal de Fuente Tojar, consistente en la concesión de mil doscientos metros cúbicos, es decir, un millón doscientos mil litros de agua por hectárea y año destinada a riego, incluso durante los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre.
La perplejidad que me genera el hecho de que un ofrecimiento cuyas características influirán muy positivamente en la conservación, viabilidad, producción y rentabilidad de la superficie establecida, esté siendo tan negativamente cuestionado, desprestigiado e incluso rechazado.
La obviedad de que gestionar una numerosa Comunidad de Regantes, indudablemente será una tarea muy compleja que, entre otras iniciativas, precisará la redacción y aprobación de unos Estatutos que regulen, velen y posibiliten adecuadamente los derechos y obligaciones de todos sus comuneros. A pesar de ello, no debería considerarse, como así se está haciendo, un impedimento insalvable, sino un propósito a conseguir que beneficiará a todos sus integrantes mediante la valiosa posibilidad de regar regularmente, sin depender de la pluviometría ni de los condicionamientos que ésta impone durante los ciclos en lo que es reducida o muy deficiente, debido a unos u otros factores.
Evidentemente, la inversión económica ha de ser tenida en cuenta. Y si bien a día de hoy no existe información fehaciente de las ayudas y/o subvenciones que podrían contribuir a disminuir en mayor o menor medida el desembolso total de cada comunero, su financiación a través de las entidades de crédito con las que se acuerde, sí que es una opción real que a tal efecto deberá ser igualmente considerada, por la comodidad y ventajas que conllevará.
En consecuencia, quiera Dios que los más posibles respaldemos la obtención de la concesión administrativa de aguas, con la que contribuir a mantener y mejorar nuestra Denominación de Origen; a conservar fértil parte de nuestra comarca; a seguir generando trabajo y bienestar en ella y, sobre todo, a evitar tener que lamentar profundamente la pérdida de una extraordinaria y probablemente irrepetible oportunidad.
Tal vez en alguna ocasión puntual, no hacer nada resulte la mejor opción. Pero, sinceramente, estoy convencido de que en este caso no lo es. Por ello, quienes hayáis decidido eludir formar parte de este ilusionante proyecto sin, como dije anteriormente, ofrecer ninguna otra alternativa al mismo, tened la amabilidad además de no interferir negativamente en él, de no impedir que los que hemos determinado acometerlo y hacerlo realidad consigamos nuestro propósito, fundamentados en que un millón doscientos mil litros de agua por hectárea y año para nuestro olivar es un excepcional privilegio que, bajo ningún concepto, debemos permitirnos el infundado capricho de rechazar, a pesar de las dificultades que entrañará su realización.
Muchas gracias a todos por vuestra colaboración.
Cristóbal Matilla Rubio-Chávarri